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A LAS SIETE DE LA MAÑANA, SILENCIO EN LA PLAZA DEL OBRADOIRO | |
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SANTIAGO DE COMPOSTELA AMANECIENDO |
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SI NO ES PORQUE TENÍA PRISA ME HUBIERA DADO UN BAÑO |
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PA´ABAJO |
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1000 |
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A LA IZQUIERDA FISTERRA, A LA DERECHA MUXÍA |
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PASEO MARÍTIMO CON LA BICICLETA |
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DE CEE A FINISTERRE POR TRAMOS DE PLAYA |
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ÚLTIMO CRUCERO DEL CAMINO |
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FARO DE FINISTERRE |
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CON EL ATLÁNTICO DETRÁS |
ETAPA: SANTIAGO DE COMPOSTELA-FARO DE FINISTERRE (30 de julio)
DISTANCIA: 96 Km
DISTANCIA TOTAL: 1073 Km
PARTE MÉDICO: Contractura en la zona del omoplato que me produce un fuerte dolor en el cuello y me dificulta su movilidad.
PARTE TÉCNICO: Decido dejar las alforjas en Santiago y cogerme una pequeña bolsita con cuatro cosas que anclo con el pulpo a la parrilla.
Me levanto a las seis y media con intención de empezar a pedalear con las primeras luces. Al pasar por la plaza del Obradoiro veo a tres peregrinos, que han estado toda la noche de juerga celebrando el final del camino, y les pido que me hagan una foto. Hasta que salgo de la ciudad me pierdo varias veces, las flechas no las encuentro con facilidad, ¿será que a estas horas debería estar durmiendo en vez de pedaleando?
Los primeros kilómetros son una autentica pasada, me desmonto de la bici cuatrocientas veces, por lo menos. El camino está lleno de piedras, troncos y hendiduras que invitan a darte la vuelta pero mi ilusión por llegar al fin de la tierra es más grande que las dificultades que pueda encontrarme.
Una vez superados los primeros problemas se rueda bastante mejor, combinando caminos buenos con trozos de carretera. Continuamente voy entrando y saliendo de pequeñas parroquias o pueblecitos y me voy metiendo en bosques de cuento, ¿me saldrá el lobo detrás de alguno de esos eucaliptos?
Voy haciendo kilómetros y me encuentro a muy pocas personas con las que voy parando a saludarles o a conversar, destaco al "joven" matrimonio italiano (ellos parlan en su idioma y yo en "españolo" pero nos entendemos a la perfección, cuando la gente quiere entenderse todo es más fácil) que llegaron a Santiago, fueron a Fisterra, de ahí a Muxía y ahora vuelven de vuelta.
La etapa muy gallega, es decir, subir y bajar sin parar. Es dura pero bonita. Subo a tres zonas de aerogeneradores, os podéis imaginar las cuestecitas. Rodando rodando me acerco al momento más triste de la jornada, seguramente uno de los más duros y esclarecedores del camino: "Veo un bulto en la carretera que se mueve un poco, me voy acercando y es un gato. Una mancha roja, que va aumentando, destaca en el cemento. El gato mueve una pata muy lentamente. Levanto la vista. La veo a ella. Una niña de unos catorce o quince años con la mirada perdida, triste. La muerte en su rostro". Durante la siguiente hora no dejo de pensar en esa imagen. El camino es como la vida, con momentos alegres y otros tristes, con momentos duros que se deben superar y que, después, te hacen crecer, madurar. Pienso en mi padre, sin él no tendría sentido mi vida, sin él el Camino de Santiago sería diferente. También me acuerdo de mi tía María, les rezo. Esta última etapa me hace disfrutar de la soledad en su estado más puro, en su estado más positivo.
Paso por zonas de montaña con poca población, con caminos que me llevan a diversos cruceros, ermitas, riachuelos... Me voy acercando al mar, lo presiento. Al acabar una subida lo veo, el océano Atlántico. Llamo a Silvia para contárselo y acaricio el colgante que compramos juntos.
De aquí a Fisterra todo el trayecto por la costa, disfrutando del sonido de las gaviotas, de la brisa marina. Paso el pueblo de Finisterre y me quedan tres kilómetros de subida que los hago como si en las piernas no llevara ninguno más. La fuerza interior me hace pedalear con mucha fuerza, con ansiedad. Lo veo al fondo, el faro. El deseado faro.
Lo he conseguido: del trastero de casa al fin de la tierra. Hago fotos. Me quito las zapatillas y las tiro al mar, por poco no llegan pero cuando suba la marea se las llevará. Vuelvo al pueblo, busco el albergue de peregrinos para ducharme, coger el autobús y salir disparado hacia Santiago de Compostela. Me está esperando Silvia, toca mariscada y ¡a liarla toda la noche! (o por lo menos, hasta que el cuerpo aguante).
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KILÓMETROS DESDE EL TRASTERO AL FIN DE LA TIERRA |